miércoles, 03 de julio de 2024 03:21h.

Más allá del tsunami: los peligros menos conocidos de las erupciones volcánicas

Las cenizas y los gases volcánicos pueden conllevar grandes riesgos para la salud, por lo que es importante dar consejos de prevención a la población afectada.

volcan
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Se trata del Anak Krakatoa, situado en Indonesia, y el Etna, en la isla italiana de Sicilia. El primero fue acompañado de un intenso tsunami, que terminó con la vida de cientos de personas, mientras que el segundo llegó a provocar más de 150 terremotos, uno de ellos con una magnitud de 4’3 en la escala Richter.

Pero los tsunamis y terremotos no son la única consecuencia peligrosa de las erupciones volcánicas. Ni siquiera la ardiente lava. Existe también un peligro aparentemente más pequeño, cuya letalidad reside precisamente en su reducido tamaño: las partículas de ceniza emitidas a la atmósfera. Los riesgos para la salud que todo esto puede acarrear han sido investigados por la doctora Claire Horwell, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Durham. Concretamente ella se ha centrado en la actividad del Kilauea, en Hawái, pero en realidad sus resultados pueden extrapolarse a cualquiera de los 1.500 volcanesque actualmente se encuentran activos en todo el mundo.

El peligro oculto de la ceniza

La mayoría de consecuencias que acarrea para la salud la ceniza resultante de las erupciones volcánicas son a nivel respiratorio. Esto se comprueba a través de análisis geoquímicos y toxicológicos, que determinan si realmente pueden considerarse peligrosas. Uno de los primeros factores a tener en cuenta es el tamaño de las partículas; ya que, si son muy grandes, no podrán ser inhaladas, de modo que no ocasionarán daños al sistema respiratorio.

También es necesario utilizar técnicas como la difracción de rayos X, que permiten determinar si hay sílice cristalino en la ceniza y, si es así, en qué concentración se encuentra. Esta sustancia es la causante de enfermedades tan graves como la silicosis o el cáncer de pulmón, que durante siglos han matado a miles de mineros en todo el mundo.

Según las declaraciones de la doctora Horwell, aún no hay constancia de que el sílice que se encuentra en las cenizas pueda provocar también estas enfermedades, pero es importante seguir investigando para obtener certezas al respecto.

De cualquier modo, estas patologías no son el único riesgo existente para la salud respiratoria. De hecho, también se dan otros más leves, como irritación y dolor de garganta, irritación y secreción nasal y respiración incómoda. Todos estos efectos se vuelven más pronunciados en pacientes con trastornos del tórax, que pueden desarrollar síntomas bronquíticos graves. Además, los que ya tienen bronquitis o asma sufren una mayor irritación en las vías respiratorias, que deriva en dificultad para respirar, sibilancias y tos.

Por otro lado, la ceniza puede afectar también a los ojos, causando dolor, picazón, lagrimeo y abrasiones, que en algunas ocasiones terminan generando conjuntivitis y fotosensibilidad.

Finalmente, es común que aparezcan síntomas relacionados con la piel, como irritación, picor o infecciones derivadas de lesiones provocadas al rascar.